Mentiras contagiosas de Jorge Volpi

Otro autor mexicano , también premiado con el Premio José Donoso en 2009 que también quise leer por curiosidad. Fue una excelente idea porque  Volpi me sedujo por su erudición. Este libro es un ensayo y versa sobre la literatura en general, a veces con ideas bastante iconoclastas, como por ejemplo cuando desarrolla sus ideas en torno al lector  de novelas.

El cursus de este literato que promete ( lo han premiado a la altura de un José Emilio Pacheco, quien es un monumento…) es bastante original : su estilo literario está más interesado en el fondo que en la forma, en su obra trasciende el gusto  por la política y el mundo de la ciencia. Estudió Derecho y después filología Hispánica en la Universidad de Salamanca. Hoy en día se dedica exclusivamente a la literatura. Se dio a conocer con una novela   » En busca de Klingsor » que le valió el Premio Biblioteca Breve  de Novela en 1999.

En  » Mentiras contagiosas » hay mucha erudición y bastantes ideas , a veces muy interesantes . Lo que más me gustó son las numerosas pasarelas que Volpi da hacia otros libros, hacia el cine , hacia  la cultura en general.

El primer capítulo intitulado Requiem  por la novela, es iconoclasta : el autor certifica la muerte de la novela allá por el año de gracia de 2605, por decadencia del género llamado ficción. Y lean lo que escribe en la página 12… »durante siglos las novelas sirvieron para confundir a las mentes menos preparadas : su público estaba conformado por mujeres crédulas, adolescentes infatuados, viejos prematuros, solteros insatisfechos : gente ociosa… » ¡ Vaya insolencia !  la gente ociosa es la que le permite comer ,  ¿no les parece ? Pero el muchacho se dirime con otras ideas bastante acertadas sobre la novela , por ejemplo cuando dice que la novela acerca al lector a la experiencia ajena ; la novela se convierte así en una fuente vital de información sobre los otros.  También cuando dice que el objetivo de una  novela no es decir la verdad, sino ser verosímil. Todo ésto muy justo.

Volpi me fué definitivamente simpático cuando  cita  algunas novelas de culto, redescubiertas mucho después de haber sido publicadas, como las obras de John Kennedy Toole, Sándor Marái o Irène Némirovsky. Con ésto, todo le está perdonado  a Volpi. Su buen gusto me queda definitivamente establecido.

Un capítulo entero está dedicado a explicar la pasión de toda la vida de Orson Welles por filmar la obra de Cervantes aduciendo que tal vez la relación entre el peso y el talento sea una de las causas de la fascinación que padecía Orson Welles, el más gordinflón de los directores de cine ( junto con Hitchcock )  hacia el enteco y demacrado don Quijote.  Qué punto de vista tan divertido.

En los capítulos siguientes Volpi va a procesar a varios escritores latino-americanos. Primero a sus connacionales como Rulfo, Fuentes , Pitol y  muchos otros. Luego hablará del cubano Cabrera Infante y del chileno Bolaño.

De Guillermo Cabrera Infante ,  cita un texto que el cubano habría producido en una conferencia que les voy a citar porque lo encuentro genial… «  Esta charla debía llamarse  » Parodio no por odio ». Pero creí que sí tenía un título en latín ustedes pensarían que soy un hombre culto, cuando soy un hombre oculto. Oculto detrás de mis gafas, oculto detrás de mi nombre, oculto detrás de las palabras. Una de esas palabras es parodia. Todos la conocemos, aunque nadie recuerda que está emparentada con paranoïa- o manía persecutoria. Afortunadamente parodia queda cerca de parótido que, como las parótidas, tiene que ver con el oído, no con el odio. Parodia y paronomasia, jugar con las palabras, son vocablos vecinos. Paro-nomAsia es una tierra donde abundan las parodias. De ese Oriente vengo y voy« … ¡¡ Qué juego de la parte de Cabrera Infante con el lenguaje, despampanante, prodigioso !!

El último capítulo está consagrado a Roberto Bolaño , el  » niño terrible » de las letras chilenas a quien debió cruzar cuando Bolaño vivía en México y quizá conocerlo. En todo caso lo ensalza y lo deja por las nubes, a tal punto que el chico Bolaño se debe dar vuelta en su tumba con tanto ditirambo. Bolaño conocía a sus adláteres, había leído mucho, tenía autores que odiaba y otros que admiraba. No los españoles ( que despreciaba o envidiaba), no los alemanes ( que le fastidiaban), no los rusos ( que lo sacudían ), no los franceses ( que se sabía de memoria), no los ingleses( que le importaban bien poco ), sino los escritores latinoamericanos que le irritaban y conmovían por igual, en especial esa caterva amparada bajo esa rimbombante y algo tonta onomatopeya : Boom. Cada día Bolaño preparaba su lucha  cotidiana con los autores del Boom : a veces se enfrentaba a Cortázar, otras se avalanzaba contra el duo de luchadores técnicos formado por Vargas Llosa y Fuentes; y, cuando se sentía particularmente poderoso o colérico o nostálgico, se permitía enfrentar al campeón mundial de los pesos pesados, al destripador de Aracataca, el rudo García Márquez, su némesis, su enemigo mortal y, aunque sorprenda a muchos- en especial a ese sabelotodo que hace las veces de su albacea oficioso y oficial-,su único dios junto con ese dios todavía mayor, Borges.

Hay una excelente anécdota de Bolaño, quien en uno de sus viajes a Chile ( cuando ya era el conocido Bolaño ), donde como chivo en cristalería, decidió vengarse de un plumazo de todos sus compatriotas- y en especial, del pobre Pepe Donoso-, con algunas excepciones que debían más a su excentricidad que a su patriotismo ( Parra, Lemebel ), y donde protagonizó un sonado y vulgar rifirrafe con Diamela Eltit por desaveniencias gastronómicas y odontológicas y no, como podría esperarse, por desaveniencias literarias.

Otros libros reseñados : En busca de Klingsor, Leer la mente, La tejedora de sombras, No será la tierra, Memorial del engaño, Una novela criminal.

MENTIRAS CONTAGIOSAS, Páginas de Espuma 2008,  ISBN 978-84-8393-007-6

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