Las letras entornadas de Fernando Aramburu

Fernando Aramburu es un escritor, traductor y profesor español (San Sebastián 1959), licenciado en Filología Hispánica, Premio Nacional de Literatura 2017. El escritor vive en Alemania desde 1985 y se dedica exclusivamente a la escritura desde 2009.

Las letras entornadas (2015) me ha encantado, por la originalidad de la presentación, por la calidad de la escritura, por su lado tan metaliterario. Son 32 capítulos sobre lecturas, opiniones, vivencias, ensayos, comentarios, aforismos y la literatura en general. En el estilo prístino y realista del autor. Este libro es pura autobiografía y literatura.

Tiene el libro en su portada una linda foto del autor a sus 8 años, ensañándose con su probable primer cigarrillo.

Esta prosa aramburiana (el escritor ganó un apelativo) encontró una manera original y simpática de presentárnosla : cada capítulo está precedido de una sesión con El Viejo, un personaje del cual sabremos muy poco, pero que sirve de faire valoir a Aramburu. Además de intercambiar sobre muchos sujetos y libar buenos vinos, citados con pelos y señales (firmando un conocimiento en mostos), esta introducción está seguida del artículo, ensayo o comentario anunciado.

Fernando Aramburu es un literato juguetón que ha inventado un artefacto literario, el chestoberol que ya aparece en la novela No ser no duele y después en 2 novelas más: Los ojos vacíos y Bami sin sombra, será una trilogía que terminará con La gran Marivián. Este artilugio, el chestoberol fue creado para recordarnos que no somos invencibles, que nos vence el paso del tiempo y el olvido, y que contra ambos no hay mejor remedio que la memoria, la sorpresa, la risa y la buena literatura. El chestoberol es un objeto esférico hecho de hojalata, pintado con símbolos y atado con una cadena (cf foto).

Sobre la lectura Fernando Aramburu escribe…para quien retorna a un libro del que gustó en otra época, este adquiere ante sus ojos el valor de un objeto sentimental. A quien lo relee le embargará la sensación de estar él mismo íntimamente implicado en los avatares de la página. Y es que, sin que nos demos cuenta, los libros nos leen mientras nosotros los leemos. Se dijera que se acuerdan de nosotros cuando los reabrimos, que nos reconocen y nos restituyen partes; a menudo olvidadas, de nuestra identidad.

Y sobre lectura y literatura…uno lee un libro en provecho propio, deseoso de distracción, de consuelo, de aprendizaje, cuando no apretado por obligaciones pedagógicas o profesionales. En un país civilizado, los ciudadanos están en su derecho de leer o no leer, y, si lo hacen, de elegir lo que leen y leer de acuerdo con estímulos o expectativas de su exclusiva incumbencia. No se puede endosar a los lectores la responsabilidad de sostener la literatura. Libro en mano, corresponde a cada uno de ellos la decisión de valerse de la actividad lectora para pasar un buen rato, soltar una carcajada u olvidar las penalidades de la jornada. La literatura exige de sus receptores un grado no pequeño de formación cultural, además de una serie de cualidades que no todo el mundo por desgracia posee, como la sensibilidad para determinados registros y temas, la paciencia para el libro voluminoso, para el que frecuenta zonas de vocabulario inusual, para el que abunda en innovaciones estilísticas; en fin, para el que no se deja leer con un ojo mientras se mira con el otro a otra parte.

Otros libros reseñados : Patria . Los vencejos . Ávidas pretensiones .

LAS LETRAS ENTORNADAS, TusQuets 2015, ISBN 978-84-9066-001-0

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