Lo que a nadie le importa de Sergio del Molino

Afficher l'image d'origineSergio del Molino Molina es un escritor y periodista español (Madrid 1979). Ha sido citado por el diario El Cultural en 2013 entre los 12 narradores españoles de menos de 40 años con más perspectivas. (Entre los doce, he leído también a Elvira Navarro, Andrés Neuman y Andrés Barba).

Lo que a nadie le importa (2014) es una novela escrita como « supuestas memorias familiares que son lo más fabuloso et ficticio que he escrito nunca« , según dice el propio autor que tratará de desglosar lo que se oculta tras la frase lapidaria pronunciada por su abuelo materno Juan en su lecho de muerte y dirigida a su abuela : « calla, de ti no quiero ni que me cierres los ojos ». Esta frase dejará al nieto sumido en terribles cavilaciones.

El abuelo, Juan Molina Bueno, participó en la Guerra Civil como carne de cañón, vio y vivió cosas atroces que lo dejarán marcado en carne propia, pero también con un tremendo « choque post traumático » como se dice hoy en día. La tentativa de Sergio del Molino es mostrar la herencia del miedo moral que tuvieron que asumir los del régimen franquista, que aunque vencedores, el miedo los hizo sobrevivientes con una existencia gris y con un perfil de derrotados. El silencio al que fueron sometidos cientos de miles de españoles sin que nadie les reconociera el sufrimiento experimentado durante una guerra fratricida. La herencia le llega al nieto bajo forma de silencio, el del silencio español de la vergüenza que se deja estar (un país lleno de silencios donde nadie dice nunca nada porque parece que todo está dicho).

El nieto se cuestiona cuando constata que el « abuelo francés » (padre del compañero francés de su madre) es un objeto de culto y respeto en Francia tras haber participado en la SGM, en condiciones que su verdadero abuelo español, que fue carne de cañón en la Guerra Civil, vivió en un mutismo total.  Sergio Molina escribe algo desgarrador « Yo venía del silencio español, de la vergüenza y del déjalo estar. Me gustaba más mi pasado francés que mi pasado español, pero hoy sé que sólo caminaba hacia mi pasado español dando un rodeo ».

Una parte del libro es una novela histórica que describe con minucia la batalla del Ebro (literatura testimonial) con las pocas evocaciones del abuelo y las enormes  indagaciones que efectuó el autor sobre la Guerra Civil (trabajo de cronista), pero la novela es también una memoria familiar, una crítica social (el Madrid de post guerra y Zaragoza de los años 30) y una obra de auto-ficción donde Molina se pone en el texto como nieto de un abuelo del cual quiere explicar el silencio. La imagen que Sergio del Molino da de su abuelo no es simpática, ni siquiera empática, pero tampoco lo juzga. Solo trata de evocarlo porque en realidad no lo conoció y conocerlo mejor, es conocerse a si mismo.

Cuando me enteré que este libro iba a tratar una vez más sobre la Guerra Civil, tuve un movimiento de rechazo, pero empezando la lectura y dándome un plazo para decidir si cerrar el libro o continuar, me di cuenta que la escritura era algo diferente de lo que he leído hasta ahora: un estilo bastante brillante, por momentos poético con una formulación imaginativa, con bastante humor ácido y una nota original en la narrativa que no había cruzado antes. Pero también encontré que no había suficiente contraste entre la tipografía de la impresión y la calidad del papel, lo que hizo que esta lectura resultara bastante fatigosa para mis ojos,  además que abundan las parrafadas largas de casi una página, demasiado densas, que dejan al lector exhausto.

Una citación del estilo del autor, página 77… Ambos bandos se concedieron un momento mientras acomodaban los fusiles en su lado de la cuneta, los recargaban y volvían a apuntar a aquellas fieras con forma humana cubiertas de barro y sangre. Los pies descalzos, llagados, la mirada gris y blanca, pendientes de matar mucho para no morir ni un poco…Página 106…El joven Alejandro era fascista a mucha honra, según sus propias palabras, y mi abuelo, ya entonces, era silente a mucha vergüenza. Su cuñado era bravucón y nostálgico, y mi abuelo, sin nada que decir y con todo por callar, acabaría harto de las sobremesas heroicas en la calle Miguel de Ara. Con su cigarro de picadura, su Ideales del labrador que nunca fue, soltando humo lánguido y arrepentido. Sin un regazo de madre sobre el que llorar y ante dos hombres encantados de trinchera y hoguera castrense, se marchó a una ciudad donde sus silencios no sonaran tan groseros. Una ciudad que era un enorme silencio de cascotes y cristales rotos. No se marchó a Madrid por hambre o por necesidad. No se marchó a Madrid por ninguno de los sobrentendidos que moscardean las cuatro palabras de « después de la guerra ». Ni siquiera se marchó para no oir las batallitas fanfarronas de los demás. Se marchó para no oírse a sí mismo, para silenciar su propio silencio en un silencio mucho más grande.

Otro punto interesante del libro es el arraigo que tiene cada español con la noción de pueblo, un atavismo tan fuerte y tan peculiar que no creo haberlo cruzado en otros lares. En este libro se nota la fuerza genética del retorno al pueblo de origen (aunque no se conozca a nadie en dicho pueblo) para morir, para morir varado en su pueblo, esa profunda idiosincracia de los españoles que se han quedado tan pueblerinos, como el abuelo del autor que al jubilarse de una vida gris de servidor en El corte Inglés, se retira al pueblo del que nunca se sintió parte como un retorno al útero materno.

Un libro interesante porque aporta la nota afectiva a toda una generación que se fue a la tumba en un silencio que nos resulta ensordecedor.

Otro libro reseñado : La piel. La hora violeta .

LO QUE A NADIE LE IMPORTA, Literatura Random House 2014,  ISBN 978-84-397-2919-8

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