Distintas formas de mirar el agua de Julio Llamazares

Conferencia de Julio Llamazares este jueves en el Ayto. de San Sebastián: “Distintas  formas de mirar el agua” - Cristina Enea Fundazioa

 Julio Llamazares es un escritor y periodista español (Vegamián 1955) , licenciado en Derecho. Actualmente reside en Madrid. Su literatura se caracteriza par un intimismo y el uso de un lenguaje preciso con una manera de escribir muy pegada a la tierra, de ahí le cayó el sambenito de « escritor rural ». Llamazares nació en Vegamián, un pueblo leonés donde su padre era maestro y que fue inundado por el embalse del Porma en 1968. Julio Llamazares tenía 2 años cuando sus padres  abandonaron el pueblo de Vegamián.

Julio Llamazares escribe para consolarse de la vida porque la literatura es un consuelo, dice. Leerla y escribirla. Y cita a Lobo Antunes con la frase la imaginación no es más que la memoria fermentada. Para Llamazares la literatura es un fin en si mismo, por eso se le puede tildar también de « escritor romántico ». Y recalca que escribir es un acto solitario y un vicio solitario.

Distintas formas de mirar el agua es un libro precioso y es la novela que más rápido ha escrito; una novela coral donde 15 personajes de la familia de Domingo cuentan, cada uno a su manera, la historia del patriarca Domingo quien decidió traer sus cenizas de vuelta al embalse que anegó al pueblo donde están sus raíces. Esta novela polifónica utiliza la narración de cada miembro de la familia como un todo para el cual la superficie del pantano sirve de espejo.

Llamazares se inspira del pueblo de Ferreras cuyos campesinos fueron realojados en Tierra de Campos en Palencia donde se construyó un « pueblo de colonización » cuando se completó la desecación de la laguna de la Nava. Y destaca el hecho que cuando la gente pasa de la montaña a la llanura tienen que aprender a mirar porque están perdidos sin puntos de referencia.

El título del libro emana de las palabras de Agustín, el hijo menor de Domingo que vivió siempre a la sombra del padre. Y aunque es un personaje al límite de débil mental, es el más feliz porque está lleno de la sabiduría que supo inculcarle el padre. Dice Agustín…hay distintas formas de mirar el agua, depende de cada uno y de lo que busque. Él lo sabía todo del agua, y del aire, y de la tierra…La forma de mirar el agua me la enseñó él también. Él me lo enseñaba todo.

Domingo y su mujer eran originarios del mismo pueblo y vivieron juntos setenta años hasta que Domingo no pudo trabajar más la tierra y tuvo que internarse junto con su mujer en una residencia para ancianos . Al poco tiempo perdió la cabeza y al cabo de también poco tiempo falleció, previo pedido a su mujer para que trajera sus cenizas al embalse. En esta ocasión se junta toda la familia, los hijos y los nietos, cada cual con sus recuerdos  sobre el desarraigo vivido por la familia, pero todos rinden homenaje al patriarca que fue un hombre rudo, derecho y trabajador infatigable. La abuela dice que cuando su esposo pidió que lo incineraran y que trajeran sus restos al pantano, esto debió costarle mucho con su mentalidad, pero lo pidió, lo hizo. Y aquí está lo que queda de él : un montoncito  de polvo gris, poco más que la ceniza de una hoguera o que la estela de una estrelle fugitiva, dispuesto a integrarse a la tierra de la que surgió. Como en las fincas de la laguna que trabajaba o en las de su pueblo antes, sus cenizas son ahora las semillas que germinarán un día cuando el pantano sea desecado.

Dice la nieta Raquel …esto es lo que hay, esto es una familia o lo que queda de una familia de campesinos arrojada de su territorio y transplantada a un lugar lejano, a una llanura en medio de la meseta, del ancho páramo que estas montañas les había ocultado hasta aquel momento.

Alex, uno de los nietos contempla el paisaje del embalse y piensa…definitivamente no me gusta nada esto. Mientras más contemplo este sitio, más fantasmal me parece, por mucho que a primera vista sea un lugar hermosísimo: el espejo del pantano, en el que se refleja el cielo, el verde puro de sus orillas, el gris de las altas peñas que rodean todo el valle no logran alejar de mí la impresión de estar ante un cementerio inmenso, una gran fosa común hecha con agua en lugar de tierra.

La nostalgia del pasado invade a los hijos, incluso cuarenta y un años después, la hija Virginia piensa…a lo largo de todos estos años, durante los cuarenta y uno que hace que me fui de casa he procurado seguir la lección que me dejó el padre para no sucumbir a esa otra niebla que es la melancolía, que siempre me ha acechado desde entonces. Ni siquiera el nacimiento de mis hijos me hizo olvidar a mis padres y aquel poblado creado desde la nada por ellos y otras personas como ellos en medio del desolado páramo palentino.

Es una novela sobre el destierro, la memoria y la nostalgia de lo perdido, es una novela dolorosa sobre el desarraigo, sobre la querencia a los orígenes. Es una novela triste aunque preciosa. Las dieciseis personas de la familia que componen esta polifonía constituyen un coro al estilo de las tragedias griegas recalcando el lado trágico de la historia familiar.

Aquí abajo una foto del embalse de Vegamián vaciado en 1986 por motivos estructurales de la presa y desecado, donde se ve lo que fue la aldea inundada donde muchas casas conservan todavía el tejado :

DISTINTAS FORMAS, Alfaguara 2015,  ISBN 978-84-204-1917-6

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