Emilia Pardo Bazán de Isabel Burdiel

Isabel Burdiel es una historiadora española (Badajoz 1958), catedrática de la Universidad de Valencia, especializada en el siglo XIX y también en la relación entre historia/ literatura y la biografía (cf su biografía premiada de Isabel II). Fue comisaria de la exposición que la Biblioteca Nacional de España dedicó a la escritora con motivo del centenario de su muerte (1921).

Esta monumental biografía (622 páginas) recibió el premio Juan José Carreras 2019 y el premio de la Crítica Literaria Valenciana 2020.

A continuación citaré los párrafos que más me interesaron, a la evidencia es una opción estrictamente personal y subjetiva.

Tengo una admiración inmensa por este escritora, por sus dotes literarias proteiformes, su gran sentido patriótico, su avance feminista, sus dotes de polemista, su amplia cultura. Encuentro que no le rindieron la pleitesía que merecía por mera envidia y machismo. Es verdad que estaba muy adelantada para su época con una personalidad tan compleja como inteligente, además de ser autodidacta.

Este libro comprende la biografía íntima de Pardo Bazán, poco análisis literario de la obra y mucho estudio histórico-literario, o sea, la obra de doña Emilia en el ambiente histórico-literario de fines del siglo XIX hasta su deceso a los 70 años. La orientación del libro corresponde exactamente al perfil de la autora.

Doña Emilia Pardo Bazán gozó de éxito literario en vida, fue la primera escritora española a vivir de sus ingresos literarios. Fue traducida de por vida a varios idiomas : francés, inglés, italiano, griego, sueco, danés, ruso e incluso japonés. Ella dominaba varios idiomas porque había decidido muy temprano que quería leer ciertas obras en la lengua vernácula. Se la considera una de las grandes escritoras de ficción del siglo XIX europeo, además de sobresaliente periodista, crítica e historiadora de la literatura, traductora, comentarista política ( y acerba) y autora teatral (sin gran éxito). Renovó el realismo español discutiendo lo que podría aportarle el realismo francés (que conocía a la perfección), la novela rusa o la estética modernista.

Un pequeño defecto personal = llegaba tarde a todas partes (nobody is perfect).

En los años de la polémica sobre la ciencia española (1877) ninguna otra mujer había transitado el camino que ella se proponía de explorar. Sus colaboraciones, además de demostrar su buena información científica (muy superior a la media) y su capacidad para la divulgación, tienen interés porque permiten observar, en su contexto histórico y en plena acción, la pugna de una mente ilustrada, tolerante y apasionada por compaginar ciencia y fe. Se ha de saber que en su programa de estudios autodidacta, ella se prohibió la literatura de entretenimiento en favor de la filosofía o de la ciencia.

Emilia Pardo Bazán introduce el naturalismo en España con su obra Un viaje de novios y Galdós lo hará con La desheredada. La autora fue muy criticada sobre su escritura y tempranamente escribió « siempre he creído que en materia de obras literarias el derecho del autor a escribirlas como le place solo está compensado por el lector a juzgarlas como le parece ».

La escritora se hizo famosa a partir de sus artículos sobre naturalismo y realismo publicados en La Época, que ella intituló « La cuestión palpitante » al mismo tiempo que publicaba su novela La Tribuna. La escritora no carecía de humor, porque en su vida y en su obra la pareja de la literatura en la Europa católica era el cura a quien ella confiaba las cosas de « tejas para arriba » y el médico a quien había que confiar las cosas de « tejas para abajo« . El tipo de intelectual que Pardo Bazán quería ser, huyendo de la erudición irredenta que tanto admiró en estudiosos como Menéndez Pelayo o en Giner. Se había sentido subyugada e intimidada por aquellos ejemplos y trataba de sacudirse el yugo buscando su propio espacio y su propio estilo.

Hizo muchas estadías en Paris y frecuentó círculos literarios. En Paris aprendió a fumar cigarrillos (mientras que Doña George Sand fumaba puros!). De Emile Zola escribió que le pareció un hombre sencillo y llano, un bon zig (un buen tipo), un artesano vestido de domingo, con una ropa más cursi que imaginarse pueda, rechoncho, barbudo, descolorido, mal engestado y peor humorado, paseando de arriba abajo por la habitación. A Daudet que encontró nervioso y pretencioso. A Huysmans y Roa « dos pesimistas atroces ». Ella causaba la impresión general de gran robustez, gran vitalidad, una polemista orgullosa. Participó a los domingos de los hermanos Goncourt que le parecieron tristes y apagados con tertulianos que van con dientes aguzados y los puños en ristre para boxear en la lucha por la fama, la gloria y el dinero (esa fama de râleurs des français). Se la veía como una señora bastante extravagante a la que había que mantener a cierta distancia en el tratado social. Isaac Pavloski dijo de ella que tenía algunas « ridiculeces ».

Era admiradora de Francia en la que había aprendido, a un tiempo, nacionalismo y cosmopolitismo. El país que admiraba y que, en ocasiones, casi odiaba. El que la hacía sentirse menor o insegura, cuando allí estaba, y mayor cuando regresaba. Un cruce de emociones.

La adhesión de Doña Emilia al catolicismo es como un código cultural básico de orientación social, moral e intelectual en tres direcciones que se relacionaron entre sí de forma variable a lo largo de su vida y de su obra. Viajó a Roma en 1883 para pedir la venia papal a La cuestión palpitante.

Escribe Isabel Burdiel que Emilia Pardo Bazán logró crear un mundo que movilizaba conjuntamente lenguajes literarios, políticos y religiosos que muchos de sus contemporáneos consideraban incompatibles. Esto es lo que la convirtió en la escritora profesional y en la figura pública insólita que llegó a ser.

En 1884 publicó Bucólica, su primera colección de cuentos y novelas cortas que ella misma compiló, inaugurando una amplísima trayectoria con más de 600 cuentos repertoriados; cuentos que revelan sus gustos y aficiones.

A los 35 años (1886) publicó Apuntes autobiográficos que deben ser leídos como el relato que más se parece a lo que nos forjamos y al cual desearíamos parecernos, allí es donde reside la verdad del ser. Quiso construir su propia biografía para la posteridad; un gesto excepcional en el ámbito literario de la época. Es el relato de su construcción como escritora, muy medido y pensado : elude su vida privada y sus zozobras.

Los pasos de Ulloa en 1886 y La madre naturaleza en 1887 consagraron definitivamente a Pardo Bazán, libros traducidos a varios idiomas en vida de la autora. Galdós la catalogó de obra maestra, creando un mundo que resuena para siempre en la memoria de los lectores. Un clásico para Italo Calvino, un libro que nunca termina de decir lo que tiene que decir.

A propósito de los amores apasionados y duraderos con Benito Pérez Galdós, está en preparación una crítica de la correspondencia que mantuvieron, por las profesoras Ermitas Penas y Marisa Sotelo ( unas 100 cartas de ella y una sola de Galdós). Fue un amor nervioso y moderno, un amor entre iguales. Galdós era un solterón empedernido a finales de la cuarentena, tímido, excepto entre amigos. Y ella era la franqueza, el entusiasmo y el atrevimiento.

A propósito de su relación con Clarín, surgió la enemistad cuando éste se negó a comentar en la revista La España Moderna los 2 últimos libros de Doña Emilia, Insolación y Morriña. José Lázaro Galdiano suprimió a Clarín del panel de la revista y éste se volvió un acérrimo enemigo.

Emilia Pardo Bazán fue la única mujer a ostentar una cátedra en El Ateneo de Madrid en 1896, fue la socia N° 7925; una de las primeras conferenciantes de la Escuela (sobre literatura francesa moderna. Muy denostada por Clarín !). A Clarín y a Galdós se les acusaba de anticuados, mientas que a ella se la zahería por su afán de novedades.

Se le negó varias veces el acceso a la Real Academia Española. Una vergüenza, pero hay que integrar el rechazo en el contexto espacial de la época.

Desde sus inicios como escritora, como ensayista política y como crítica literaria, Pardo Bazán se había esforzado por reflexionar en torno a las paradojas que producía esa condición ambivalente en la que el ansia por lo nuevo se combinaba con la fascinación por el pasado, en entusiasmo con el temor o el hastío, lo material con lo espiritual, lo cierto con lo incierto. Pocos como ella vivieron y cultivaron los retos intelectuales y vitales que produce la mirada doble; aquella que no consiste solo en ver al tiempo dos cosas diferentes, sino también en reconocer el carácter radicalmente situado y por lo tanto elusivo, de la verdad.

En 1921 falleció la insigne escritora, la dama de las letras españolas, la campeona del naturalismo y de los derechos de la mujer. Con ella moría toda una época, no solo literaria. Moría lo que Stefan Zweig llamó « el mundo de ayer ». Una forma posible de ser y de escribir. Una forma de conversar y de discutir. Una forma de rebeldía y de acomodo. de conservadurismo y de transgresión. Una quimera que mereció la pena de vivir.

Con esta bella y sentida conclusión termina el libro Isabel Burdiel.

EMILIA PARDO BAZÁN, Penguin Random House 2019, ISBN 978-84-306-1838-5

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