El eterno marido de Fiódor Dostoyevski

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Fiódor Dostoievski fue un gran escritor ruso (Moscú 1821-San Petersburgo 1881), uno de los principales escritores de la Rusia zarista que exploró la psicología humana en un contexto político, social y espiritual de la sociedad rusa  del siglo XIX; la preocupación por la desigualdad social es notable en su obra. Padeció de epilepsia y supo incorporar este rasgo en su literatura  también fue un ludópata empedernido lo que ocasionó trastornos en su vida privada.

Las novelas de Fiódor Dostoievski transcurren en poco tiempo, a menudo en solo unos días. Sus obras son consideradas como polifónicas describiendo situaciones sobre diferentes ángulos con temas recurrentes : el suicidio, el orgullo herido, la destrucción de los valores familiares, el renacimiento espiritual por el sufrimiento como redención, el rechazo de Occidente (=falaz determinismo que el racionalismo occidental impone al hombre), la afirmación de la ortodoxia rusa y el zarismo.

Dostoievski fue calificado como el mejor psicólogo que conoció Nietzsche y el mejor pintor de almas por Stefan Zweig.

El eterno marido es una novela corta, una obra poco conocida de la madurez del escritor, fue escrita en el extranjero entre 1867-1871, publicada en 1870 con un gran éxito entre sus obras El idiota (1869) y Los demonios (1871). La novela conlleva pasajes de carácter autobiográfico como la rememoración de un verano pasado con su hermana en el capítulo XII : En casa de los Zajlebinines y el personaje de Trusotski  que recoge sus acerbas experiencias de marido engañado y que sería una encarnación literaria del mismo Dostoievski.

Es una novela con un estudio psicológico profundo y acabado. Los diálogos son de una modernidad impactante. Y tanto por su temática como por su manera de abordarla, Dostoievski se adelanta a los estudios psicoanalíticos sobre el inconsciente, se adelanta al surrealismo y al existencialismo. Uno de sus aportes literarios es de haber ubicado al narrador dentro de la obra y las bases de su estilo fueron su penetrante descripción del alma humana, su implicación emocional con lo relatado y su aguda descripción social.

LA NOVELA : Pável Pávlovitch Trusotski es un funcionario acomodado que descubrirá, leyendo una carta después de la muerte por tisis de su esposa, Natalia Vasilieva, que ésta lo engañó con un amigo y que Liza, la criatura que él crió como su hija, es la hija del amante. La esposa puso fin a la relación cuando se lió con otro hombre más joven y aunque haya desaparecido,  la rivalidad entre marido y amante persiste.

El amante es Vecháninov, un donjuán cuarentón de mucha prestancia física, el prototipo del galán vanidoso que solo busca el placer sexual; está aquejado de hipocondría rayana en la depresión nerviosa porque lleva un pasado demasiado frívolo con algunas humillaciones sociales y además un pleito por dinero que lo retiene en San Petersburgo. Será en esta ciudad que los dos hombres se cruzarán y Trusotski no lo deja en paz, lo acosa, lo agrede, sin que Vecháninov sepa  a ciencia cierta lo que el otro sabe o no sabe. En todo caso ha llegado a San Petersburgo con su hija Liza a quien maltrata sin que la niña entienda lo que sucede con ese padre que la mimó tanto y que ahora la rechaza. La niña caerá rápidamente enferma y morirá.

El amante ejerce una fascinación sobre el marido engañado; los dos personajes tienen una mutua dependencia porque el marido presta a su mujer como un objeto deseable suscitando el afán del rival. En el amante descubrimos un sádico y en Trusotski un masoquista que se humilla y se degrada ante quien lo ha traicionado. El marido engañado decide casarse nuevamente y pide consejo al antiguo amante de su mujer y éste, después de pensárselo, se presta a una nueva ignominia, pero la elegida de Trusotski es una jovencita de 15 años que lo odia, lo ridiculiza y lo rechaza.

En la segunda parte de la novela, el eterno marido trata de asesinar a Vecháninov, sin lograrlo, lo que hace pensar que está al tanto de todo y de hecho, al huir dejará al seductor la carta en que Natalia le anuncia su paternidad y la ruptura definitiva. El seductor aceptaba la idea de que la niña fuese su hija porque hizo cálculos y admitió la idea de preocuparse de su educación porque tiene ansias de redención.

Dos años más tarde el marido y el amante se cruzan en una estación de trenes : el marido se ha vuelto a casar con una mujer hermosa que desde ya acarrea un tercero en discordia en la persona de un joven teniente. La historia está condenada a repetirse porque el amor no ha logrado vencer al deseo metafísico.

Velcháninov durante todo el libro se preguntará ¿está celoso o no lo está? ¿sabe o no sabe? Claro que está celoso, pero son celos que él cultiva y protege en sí porque lo que Trusotski busca y ama es el sufrimiento de los celos. Velcháninov describe al marido como « el eterno marido », el hombre de esta especie que viene al mundo y crece únicamente para casarse, y apenas casado, se convierte inmediatamente en algo complementario de su mujer, por personal y autónomo que fuera su carácter. El distintivo de los maridos de esta clase es el bien conocido ornamento (=los cuernos). Tan imposible les es no llevarlo como dejar de lucir al sol; y no solo les está vedado darse cuenta de ello, sino también conocerlas leyes de su naturaleza.

Lorena Rivera León preparó un trabajo interesante sobre esta obra en Filosofía :El amor en Dostoievski:un estudio desde la antropología filosófica. Ella profesa que el mito del amor-pasión requiere un obstáculo para sentir el deseo porque las trabas alimentan la pasión de los amantes.

Una novela muy singular escrita con maestría y que muestra lo que se conoce como el « alma eslava », hecha de pasión demostrativa, de grandilocuencia, de libaciones orgiacas, de calor humano contagioso, de grandes demostraciones estruendosas. En un texto de 1925 de François Porché encontré una excelente definición del alma eslava que rezuma en esta novela : entre otros rasgos del alma rusa, está ese gusto sádico por el dolor y esa sinceridad que le viene con su permanente variabilidad. La identidad del Yo, esa construcción abstracta, no existe en el ruso. Inestable en esencia, obra en si mismo los viajes más aventureros y su personalidad de ayer se parece a las cenizas frías de la víspera, en lugares ahora desérticos, donde estuvo una noche el nómade de paso.

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